El 24 de mayo de 1976, hace ya 35 años, se celebró el Juicio de París, la histórica degustación que revolucionó el mundo del vino.
Hasta el 24 de mayo de 1976, existían dos tipos de vinos en el mundo: Los franceses y el resto. No se concebía que ningún vino pudiera estar por encima, ni siquiera al mismo nivel, que los vinos franceses. Ni los vinos europeos, ni mucho menos, los vinos del Nuevo Mundo (Estados Unidos, Sudamérica o Australia entre otros).
Cansados por el desprecio a las regiones vinícolas no francesas e interesados en dar a conocer la calidad de los vinos de California, Steven Spurrier (en la actualidad Asesor editorial de la revista “Decanter”) y su socia Patricia Gallagher (directora de la “Académie du Vin”) decidieron hacer una cata de vinos un tanto especial.
Cursaron invitaciones a nueve personalidades del mundo del vino y la gastronomía francesa para hacer una cata de vino de California a ciegas. En la invitación nunca se mencionó que, además de los vinos de California, se iban a probar los principales vinos franceses.
Una vez ya llegado el Día, Spurrier desveló a los jueces la verdad. Se iban a enfrentar en la competición los Grands Crus y Premiers Crus blancos de Borgoña y Crus Classés tintos de Burdeos contra Chardonnays y Cabernets californianos.
Como señalaba el mismo Spurrier, en un reportaje de El Mundo, de cara a los jueces “lo había preparado todo para que ganasen los franceses. No se pone a media docena de vinos californianos desconocidos por encima de lo mejor de la flor y nata del vino francés”.
Durante la cata, los jueces dejaron más de una perla que acabaría pasando a la historia. Destacan, entre otras, cuando un juez dijo en voz alta: “este vino es la magnificencia de Francia” y era un Cabernet de Napa Valley o cuando otro dijo “éste es definitivamente un Californiano, no tiene nariz” y era nada más ni nada menos que uno de los mejores vinos de Francia, el Batard-Montrachet ’73.
El resultado fue una victoria arrolladora por parte de los vinos californianos: En la categoría de vinos blancos, se consideró el vino californiano Chateau Montelena 1973 como el mejor, además de situar tres vinos californianos entre los cinco primeros. En la categoría de vinos tintos, la victoria también se la llevó un vino californiano, el Stags Leap Wine Cellars 1973, aunque no hubo un predominio por parte de los vinos californianos.
La cata causó un revuelo muy importante en el establishment de la época.
Spurrier llegó a ser considerado un traidor y la cata a ciegas le reportó muchos problemas, llegando incluso a tener que cerrar la tienda de vinos que tenía en París.
Como señala el reportaje de El Mundo, treinta y cinco años después, el Juicio de París sigue llenando de indignación a los franceses. No sólo porque un puñado de vinos desconocidos de California derrotaron a los grandes vinos franceses sino porque todo esto ocurrió en una cata a ciegas organizada por un inglés, en París, y con un panel de jueces entre los que se incluían las principales personalidades del mundo del vino y la gastronomía francesa.
Por suerte, el Juicio de París no sólo sirvió para dar a conocer los grandes vinos de California, sino también para que otras regiones vitivinícolas fueran respetadas como se merecían, entre ellas las regiones vitivinícolas y las principales bodegas de España.
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